viernes, 2 de enero de 2009

LOS AMIGOS DE KARMATRÓN

Desde agosto del 2008 hemos estado trabajando en la digitalización de ejemplares de, Karmatrón y los Transformables, para poderles compartir de forma electrónica los cómics de la Era Clásica, lo cual hemos estado haciendo desde finales de septiembre. En lo personal, ha sido una magnífica oportunidad para estudiar el origen y desarrollo de la historia, además de poder observar la evolución del trabajo de Oscar González Loyo, tanto en la parte de guionismo como en la de dibujo.

Me encanta comparar las secuencias y diálogos entre la Era Clásica y la Nueva Era pues se puede apreciar cómo se ha refinado el trabajo del autor. Para Oscar el trabajar en la Era Clásica (1986-1991) fue una oportunidad única para crecer al forzarse a un ritmo de trabajo de 32 páginas por semana (más forros), donde él era el que producía todo, con excepción del color. Al día de hoy sólo ha cedido la parte de la letra, la cual realiza su esposa Susy Romero. Y bueno, es un honor el seguir contando con la visión de Oscar González Guerrero, quien ha sido Director de Arte desde el origen del personaje.

¿Por qué es que Oscar realiza sólo todo este proceso? La respuesta es fácil: Es un trabajo autoral. Aún así, también sé que en el futuro verán ediciones especiales de historias alternas del universo de Karmatrón, como Los Relatos de Lemuria y Mu, los cuales serán elaborados por otros autores. Esto podría abrir puertas a historias de universos alternos o fanfics.

Otro de los aspectos que más disfruto de leer nuevamente la Era Clásica es el de la interacción del autor con los lectores que se da no sólo en la sección de cartas, con los dibujos, comentarios y retroalimentación entre ellos; sino también en la historia misma, con anécdotas y relatos que nos permiten conocer un poco más acerca de la persona que construye esta historia (a quien por lo visto le encantan las caricaturas y la televisión) y la era en la que se desarrolla: un país que acaba de sufrir un devastador terremoto y avanza hacia un Mundial de Fútbol.

Es increíble ver estos rastros de cultura acerca de lo que se escuchaba musicalmente en ese tiempo gracias a personajes como Shilbalam, Jiva y Robby. Y bueno, el intentar hacer un análisis sociológico del Manual del Guerrero Kundalini es un tema aparte porque es una joya.

Hace unas semanas trabajábamos en el retoque del ejemplar 27 y observé como la publicidad en la 2a. de forros refleja todavía un poco de la época de oro-plata de la historieta nacional... esos resquicios de la mítica publicidad de Charles Atlas.


Es increíble, pero asombroso a la vez, pensar que nada de lo que vemos impreso en esos tiempos, textos, formación ni color, utilizaba la computadora... todo (¡TODO!) era realizado a mano. Hoy en día el medio del cómic internacional se inclina cada vez un poco más a la producción digital, eliminando el arte original, haciendo a veces los entintados y comúnmente el color digital; lo cual también es tema para otra ocasión, pero sí una buena reflexión acerca de cómo ha cambiado poco o mucho este arte, esta industria.

Cuando leía Karmatrón en los años 80, percibía también esa cercanía con el autor y creo que esa es la magia que ha envuelto a todos los lectores y fans de este cómic: Es un cómic único en su género, donde su autor es tan parecido a ti, que puede ser tu amigo. Han pasado 20 años y aún creo en ello, pero además, como ahora tengo la fortuna de estar tan cerca de su autor y colaborar en equipo (un equipo que ya es una familia), observando que el trato con muchos de los lectores de esa época es tan cercano y cálido que también ellos son parte ya de una historia y un equipo como este. Estando dentro de ¡Ka-Boom! Estudio siempre recibimos llamadas de lectores que continuamente hablan con Oscar desde otros Estados mexicanos e incluso desde otros países; lo felicitan en fechas especiales o incluso hablan cuando saben que está enfermo de gripe. Así de cercano es el contacto entre Oscar y sus amigos.

A lo largo de los años ha evolucionado del contacto, a través de la revista, al contacto en convenciones, desde que a inicios de los años 80 se llevara a cabo el Stand del Humor, en la explanada del Instituto Mexicano de la Radio (IMER). O unos cuantos años antes, cuando Oscar comenzó a hacer invitaciones a todos aquellos interesados en asistir a la San Diego Comic-Con (ahora Comic-Con International).

Poco después, Oscar encontraría en Internet un medio enriquecedor para volver a contactar a muchos lectores a través de foros, listas de correos y páginas de fans dedicadas a su trabajo. Incluso también una enciclopedia virtual: la Karmawiki.

Hace unas semanas me encontraba con Susy Romero y Ángel, su hijo, haciendo compras en una tienda de videojuegos dentro de un centro comercial, donde el vendedor reconoció a Susy, pues es lector de Karmatrón, de aquellos que han asistido a los Karmafest que hemos realizado. Historias como esas tenemos por todos lados y siempre nos sorprende este tipo de conexiones y comunicación entre los lectores y ese espíritu de la historia que dejó algo en ellos que muchos continúan conservando, recordando y legando a sus hijos. Sé que, ése, es un motor vital para Oscar, pues para él sus lectores y amigos lo son todo; eso es lo que he podido ver desde que lo conocí en 1993.

Vaya... ¿qué tipo de autor o personajes cuentan con este tipo de anécdotas? La respuesta es sencilla: aquellos que dejan una profunda impresión en nosotros, en nuestras vidas.

En 2009, el próximo 15 de febrero, estaremos celebrando el 23 aniversario de Karmatrón, nuevamente en la ciudad de Tepotzotlán, Morelos. Hemos comenzado a preparar la imagen del evento y como siempre, esperamos tener sorpresas para todos. ¡Así que no falten! Ya les estaremos compartiendo la información y detalles del evento conforme vaya surgiendo.

Muchas gracias por su compañía y amistad durante el 2008 y nuestros mejores deseos de paz, amor y prosperidad en este nuevo año.

OM.

1 comentario:

FerGil dijo...

Jajajajaa... viajó mi mente al pasado!!! La publicidad de Charles Atlas!!!!! Jojojojo, hacía mil años no pensaba en ella, era una joya del humor involuntario! No sé, incluso cuando estaba chiquito pensaba "qué payasada esa del te-echo-arena-a-patadas".